La casa de fantasía
Desperté varias veces a la mitad de la noche, podía ver miles de pequeñas luces brillar intensamente; las había amarillentas, verde intenso; de una gasolinera cercana, azules un poco más lejanas y blancas puras; me ubicaban en el lugar que ahora habito y el que espero pronto se convierta en mi hogar. Cada vez que perdía el sueño sentía una sensación de extrañeza, como cuando por unos cuantos segundos no sabes en donde estás, entonces sentía a mi lado el cuerpo tibio de mi compañero de vida, de sueños; me hacía sentir en casa de nuevo.
Fue una noche extraña, completamente diferente a las transcurridas en los últimos años, durante muchos meses hemos trabajado juntos este proyecto, esta nueva casa; y por momentos es difícil creer que ya la habitamos. Uno de nuestros primeros acercamientos reales a esta ilusión fue una maqueta de madera pintada de color blanco con grandes ventanas que observan la ciudad a sus pies, allí nos encontrábamos – a escala- conociendo cada uno de sus rincones, espacios públicos y privados; la arquitecta muy amablemente imprimió unas fotografías nuestras de cuerpo entero pegadas en un pequeñito trozo de madera las cuales movíamos por toda la casa como si fuéramos nosotros mismos recorriendo la casa de fantasía, la de nuestros sueños. Ahora es algo surrealista, es como si no se hubiera construido y nosotros nos hubiéramos convertido en esos pequeños trozos de madera que recorren la casa de fantasía, las luces de la ciudad lo hacen todavía más irreal y sublime, al mismo tiempo son inspiradoras, generan cierta melancolía, me hacen pensar en lo que quisiera que esta ciudad fuera y no es, en lo mucho que hay por hacer para que la tranquilidad que emite a través de sus luces intensas sea real y no sólo una ilusión, que la misma ciudad se construya como la hermosa casa de fantasía que la observa a sus pies.
Fue una noche extraña, completamente diferente a las transcurridas en los últimos años, durante muchos meses hemos trabajado juntos este proyecto, esta nueva casa; y por momentos es difícil creer que ya la habitamos. Uno de nuestros primeros acercamientos reales a esta ilusión fue una maqueta de madera pintada de color blanco con grandes ventanas que observan la ciudad a sus pies, allí nos encontrábamos – a escala- conociendo cada uno de sus rincones, espacios públicos y privados; la arquitecta muy amablemente imprimió unas fotografías nuestras de cuerpo entero pegadas en un pequeñito trozo de madera las cuales movíamos por toda la casa como si fuéramos nosotros mismos recorriendo la casa de fantasía, la de nuestros sueños. Ahora es algo surrealista, es como si no se hubiera construido y nosotros nos hubiéramos convertido en esos pequeños trozos de madera que recorren la casa de fantasía, las luces de la ciudad lo hacen todavía más irreal y sublime, al mismo tiempo son inspiradoras, generan cierta melancolía, me hacen pensar en lo que quisiera que esta ciudad fuera y no es, en lo mucho que hay por hacer para que la tranquilidad que emite a través de sus luces intensas sea real y no sólo una ilusión, que la misma ciudad se construya como la hermosa casa de fantasía que la observa a sus pies.
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