Mi nuevo libro viejo
Es irónico que el libro más pequeño de mi librero tenga por título “Sabiduría”. Es un hermoso regalo, diminuto, rojo y abundante en significado emocional para su último propietario, aún así llegó a mis manos, lo cual veo con gratitud. Como no creo en las casualidades, estoy segura de que debe haber una razón para que ahora esté conmigo. Empiezo a reflexionar sobre el significado de la palabra “sabiduría” con la intención de buscar respuestas. De acuerdo con la Real Academia Española la palabra significa: 1. Grado más alto de conocimiento, 2. Conducta prudente en la vida o en los negocios y 3. Conocimiento profundo en ciencia, letras o artes. El conocimiento se puede obtener de forma natural, basado en la experiencia, así como a través del estudio. Estoy convencida de que la sabiduría no es una cuestión de edad, es de aprendizajes de vida y éstos se pueden dar en cualquier momento. Pero, ¿todos aprendemos de las experiencias? Considero que no, el aprender nos exige voluntad, apertura. Continuo con mi búsqueda de respuestas sobre el por qué llegó a mis manos y entonces veo un hilo blanco que sobresale del diminuto libro, el cual debo aclarar tiene una altura de dos centímetros y fue impreso en mayo de 1988. Es un separador, desconozco cuánto tiempo ha estado en esa precisa hoja y cómo llegó allí. Marca la página 136 -por mis ideologías me hubiera fascinado que fuera la 132- entonces encuentro cuatro mensajes que se inscriben en letras pequeñas. Dos hablan sobre el amor, una más sobre el trabajo y la desidia y el último es el que llama particularmente mi atención. Dice literalmente: “El vino: el primer vaso corresponde a la sed, el segundo a la alegría, el tercero al placer y el cuarto a la insensatez”. Apuleyo
La necesidad nos obliga a acercarnos a determinadas circunstancias, luego percibimos su lado positivo y llegamos a disfrutarlas, a veces hasta el punto en que se convierten en desatinadas. Es una analogía por de más sabia, le leo y releo y sigo encontrando amplias circunstancias de la vida en la que es aplicable. Y entonces comprendo, que como dije antes, nada es una casualidad. El amor, el trabajo y la desidia van de la mano y la última los destruye a ambos. Ahora comprendo el por qué de este pequeño libro en mis manos, aunque parezca insensato para algunos, esta es la lección que me tocaba aprender hoy. Sobre la sabiduría contenida en un diminuto ejemplar, concluyo que las apariencias no siempre nos dan verdades, las personas que entran en nuestra vida vienen también en distintos empaques y sin importar lo que aparentan, su sabiduría es lo relevante.
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