Entre montañas, cascadas y café
Hoy escribo desde Noruega, sentada en el restaurante de un pequeño hotel en un aún más pequeño pueblo de nombre Sunndalsøra, por la ventana veo como estoy rodeada de imponentes montañas con sus picos blancos por la nieve, caen sobre ellos decenas de pequeñas cascadas que marcan los caminos que el agua ha abierto para encontrar paso, a sus pies, un caudaloso río en el cual habitan generosas cantidades de salmón. Desde aquí no siento el aire gélido que sopla en esta área, pero puedo ver el movimiento de las hojas de tonos rojizos que ha dejado el otoño y prefiero seguir bebiendo café resguardada en las cálida temperatura del hotel.
El trabajo de mi esposo lo lleva a muchos sitios de Europa y Asia, generalmente no puedo acompañarlo por mi propio trabajo, pero esta vez, una mezcla de depresión post visita mexicana y una semana poco ocupada laboralmente debido a las vacaciones de otoño me llevaron a tomar la decisión de venir a su viaje de trabajo en Noruega.
Volamos a Oslo, es la capital y la ciudad más poblada de este país con un aproximado de seiscientos cincuenta mil habitantes. Al llegar, mi primer impresión fue de asombro, el aeropuerto es uno de los más modernos y bonitos que he visto, sus trenes son impecables y muy modernos, tanto que pensábamos que por error nos habíamos subido en primera clase para después darnos cuenta de que viajamos en segunda clase, aún no entendemos cuál es la diferencia ya que no se les podía pedir mas lujo a esos vagones. La personas son sorprendentemente amables y cálidas, yo no me lo esperaba de un país nórdico, nuestra primera experiencia fue al subirnos al tren y buscar asientos por separado ya que todos los dobles se encontraban ocupados por una persona, una joven mujer nos vio hablando y se ofreció, a cambiarse al asiento de atrás para que pudiéramos viajar juntos. Aquí prácticamente todos hablan inglés así que la comunicación no es ningún problema. Algo que llamó mi atención desde que salimos de la estación central de trenes en Oslo es la cantidad de vehículos eléctricos e híbridos que se ven por las calles, ¡nunca había visto tantos Tesla juntos en mi vida!
En esta época del año las temperaturas ya un poco bajas aún permiten caminar y disfrutar de los hermosos tonos de colores rojizos que va dejando el otoño, los árboles pierden ferozmente las hojas al soplar del viento y se disfruta su crujir en cada paso, me encanta caminar sobre las hojas secas, observar sus colores y diversas formas, las más comunes son las de sicomoro en sus diferentes tonos amarillos, naranjas, marrones, este tipo de hoja siempre me lleva hacia mi niñez, afuera de mi casa había varios árboles de sicomoro, de hecho así se llamaba una calle muy cercana y recuerdo muy bien como cada año dejaban caer sus hojas para que las hiciéramos volar tras el paso de nuestras bicicletas, estas hojas siempre me dan un poco de nostalgia y al mismo tiempo me alegran el corazón.
Durante dos días caminamos por la ciudad, es una zona comercial bastante importante, hay muchísimas tiendas y centros comerciales, resaltan -a diferencia de Suiza- las marcas norteamericanas y sus franquicias. Me atrevo a decir que es una ciudad bastante distinta a otras en Europa, su arquitectura no es muy antigua aunque conservan algunos edificios que sí lo son, pero en su mayoría son construcciones de principios del siglo XIX ya que según nos explicaban, tradicionalmente se construía con madera y este material no resiste el paso de los años como la piedra, además de que la zona de Escandinava estuvo marcada por gran número de guerras e invasiones lo que terminó por acabar con su huella arquitectónica más antigua. Una de las atracciones turísticas más notable es un castillo y fortaleza a la orilla del mar que les permitía proteger su territorio de los invasores y enemigos, es una gran construcción amurallada con visibles marcas de guerra en sus paredes y cañones, tiene además una encantadora vista al mar y a algunas de las muchas islas que conforman este país. Visitamos el Museo Militar, personalmente no me gustan este tipo de exposiciones, me parece de muy mal gusto exhibir el poderío militar y las imágenes de las guerras en las que han participado demostrando sus capacidades militares y -desde mi punto de vista- su capacidad para asesinar. Llamó sin embargo mi atención el particular orgullo con el que presentan su aportación en la guerra contra Al Qaeda. Lo más positivo que aprendí en este museo es la gran participación que han tenido las mujeres en la construcción política, económica, cultural y social de este país, en cada una de las etapas históricas que se representan en este museo se remarca la participación de heroínas que cambiaron el rumbo de esta difícil zona geográfica. Para mí es algo novedoso ver la representación histórica de un país con tantas imágenes femeninas, reconozco que es nuevo y a la vez gratificante. Curiosamente unas horas después recorriendo las calles de Oslo me encontré por casualidad frente a una de mis estatuas favoritas "La Niña Sin Miedo" de la artista Kristen Visbal, es imposible no sentir la fuerza con la que esta pequeña niña de aproximadamente ciento cincuenta centímetros de alto se planta ante la opresión de las niñas y jovencitas, su rostro refleja la fuerza de sus creencias y el hartazgo ante una sociedad que aún ni siquiera es capaz de reconocer la vulnerabilidad en la que pone a las niñas, jóvenes y mujeres, tal vez me estoy proyectando, pero para mí es muy significativo su mensaje y lo que aporta a esta sociedad en transición. No creo que sea una casualidad que esta estatua se encuentre en la capital de un país con tanta historia marcada por figuras femeninas y me gusta el simbolismo que esto representa.
Seguimos con nuestra exploración de la ciudad y encontramos el Museo del Pueblo, su nombre es la traducción del noruego "Folkemuseum" en este sitio al aire libre se pueden ver casas originales que ha albergado este país desde sus orígenes, hay chozas de madera con techos de dos aguas cubiertos de vegetación usados por los primeros habitantes de estas zonas así como por los vikingos, y desde allí se va recorriendo un viaje a través de la historia habitacional y de forma de vida de la sociedad noruega hasta llegar a la actualidad. Lo más interesante de este Museo es la forma en que han tratado de conservar su cultura y la capacidad de mostrarla en este museo teniendo que mover casas reales desde su lugar de origen hasta ese sitio para que podamos conocer y entender su evolución a través de los años. Entre mis favoritas están las casas que se utilizaban en las décadas de los sesentas construidas a base de estructuras y fachadas de madera con mobiliario modernista innovando en la incorporación del baño como una habitación nueva en este tipo de casas y un mini refrigerador que proporcionaba gran comodidad a las familias, me gusta mucho la forma de viajar en el tiempo a través de estas viviendas y poder ser muy consciente de la gran brecha que hemos recorrido como sociedad, por supuesto uno de mis aparatos favoritos es el teléfono de disco, me trae muchos bellos recuerdos, algo parecido a las hojas del sicomoro.
La ciudad de Oslo tiene también una zona contemporánea con grandes edificios de viviendas y comercio que enmarcan una de las muchas entradas del mar hacia la ciudad, Como se trata de un fiordo (tipo de golfo) las aguas son tranquilas, es decir sin olas e ideales para la pesca. Es una zona muy elegante y moderna, llena de museos y galerías, así como de lujosos departamentos, proporciona un gran contraste a esta ciudad y a su vez deja ver la opulencia económica del país.
Continuando con nuestras visitas a los museos llegamos al "Wikingerschiffsmuseum" Museo de los Barcos Vikingos, fue como la gran cereza del pastel, este museo alberga los tres barcos más antiguos que existen de la época de los vikingos, éstos habitaron estas zonas por un tiempo relativamente corto, aproximadamente trescientos años, sin embargo influenciaron de gran manera la historia europea. Estos inmensos barcos fueron encontrados bajo montañas de lodo y fueron restaurados, por su puesto no en su totalidad, pero es posible ver la magnificencia con la que los vikingos trabajaban la madera y no sólo de forma artística artesanal si no también de resistencia y funcionalidad, recordemos que los vikingos fueron maestros en dominar las aguas mas difíciles de navegar. Nunca me había emocionado tanto ver los restos de un barco, son de una belleza inexplicable, para alguien como yo que nació y creció en el desierto, los barcos nunca habían sido parte de mi interés hasta ese día en el que me paré enfrente de una imponente embarcación vikinga.
Estuvimos en Oslo un par de días y después tomamos un vuelo hacia Molde, de allí recorrimos en auto - a la mitad de la noche- algunos kilómetros para llegar a donde me encuentro ahora, Sunndalsøra, este pueblo/ciudad tiene apenas un poco más de dos mil habitantes pero su belleza natural es impactante, está bardada por bellas y grandes montanas llenas de pequeñas cascadas y un caudaloso río, sin embargo no hay mucho que hacer por aquí, el primer día recorrí algunos kilómetros de senderismo, vi paisajes impresionantes y me sentí bastante rara pensando que soy una mexicana andando sola por caminos rurales noruegos, ¡quien lo hubiera imaginado! nunca pasó por mi mente que experimentaría este tipo de aventuras y mucho menos sola, eso es algo de lo que más he aprendido desde que vivo por acá, a pasar tiempo sola, a vivir experiencias conmigo misma, a convivir pacíficamente con mis pensamientos y a intentar disfrutar estas oportunidades. Debo de reconocer que la seguridad en estos países es tal que el tan sólo sentir un poco de miedo o tener pensamientos sobre escenas criminales que me pudieran suceder les parecen una ridiculez a los locales, pero es algo completamente nuevo para mí y me llama mucho la atención mi capacidad para imaginarme violada, descuartizada, asesinada en el bosque y enterrada bajo las hojas secas y más llama mi atención que mi mente se haya acostumbrado a visualizar este tipo de eventos dramáticos como parte de una muy triste y lamentable realidad en la que crecí. He tenido que poco a poco re-programar mi mente para no sentir miedo, para ser precavida pero no temerosa, para alejar esas imágenes brutales que vienen a mi mente de todo lo peor que me podría pasar y me duele, me duele mucho darme cuenta de cómo funciona mi mente a partir de una realidad tan dolorosa que se vive en mi querido país. Cuando le pregunto a las personas sobre los peligros de hacer senderismo en ciertos lugares sus respuestas siempre se enfocan en: puede haber caminos resbaladizos, hay piedras sueltas, hay hielo en las veredas, etc. pero nunca a algún tipo de amenaza humana y cuando hago la pregunta mas directamente enfocándome a asaltos, asesinatos, violaciones, etc. no pueden ni siquiera entender por qué tengo ese tipo de pensamientos y aunque parezca difícil de comprender esto me entristece, me entristece profundamente darme cuenta de como he vivido con miedo por tantos años y lo mucho que dejé de disfrutar por este miedo. ¿Soy privilegiada? ¡sí, lo soy! pero también debo de reconocer que se paga un precio muy alto al estar lejos de los que más quiero. Creo que ya estoy divagando y cambiando de tema, vuelvo a contarles sobre mi viaje.
El día de ayer decidí tomar el carro y aventurarme a explorar este hermoso país, así que metí mis miedos en la guantera y tomé rumbo hacia Molde, esta ciudad está a aproximadamente noventa kilómetros de aquí, pero por las restricciones de velocidad el viaje toma casi dos horas. Conducir en Europa es todavía algo que me pone muy nerviosa y me saca de mi zona de "confort", siempre me ha gustado mucho manejar el carro, pero hacerlo aquí me estresa, así que tuve que hacer un esfuerzo por enfocarme en todas las cosas positivas que podría vivir y no en las catástrofes que me podrían pasar. Llegué bien y recorrí la pequeña ciudad a pie, es bastante pequeña y no tiene muchas atracciones que ofrecer, lo más rescatable son sus bellos paisajes y su fiordo. Tomé el auto de regreso al hotel, me tomó aproximadamente una hora cuarenta minutos el regreso y pude darme un palmadita mental en el hombro por haber enfrentado uno más de mis miedos.
El día de hoy decidí quedarme en el hotel de este pequeño pueblo, escribir, leer, ver televisión y beber café, el resultado es este texto sobre las primeras impresiones de este tan distinto país, en unos días volveremos a Oslo para pasar allí el fin de semana, luego les cuento si vale la pena escribir la segunda parte de esta aventura.
muy lindo karina. espero que disfrutaron el viaje. saludos y besitos ��
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