Seis Meses y Contando
La aventura que implica el empezar de nuevo en otro país es
muchas veces difícil de describir, existen claro, diferencias culturales, pero
el idioma ha sido para mi el mayor reto. Aún y cuando hablo alemán lo
suficiente como para comunicarme y hasta hacer un que otro chiste, me ha
costado perder el miedo, confiar en mí. En la zona donde vivo se habla alemán
suizo, es un dialecto derivado del alemán alto y que difiere mucho de lo que se
aprende en los libros, tratando de hacer una analogía diría que es algo similar
al español y el italiano; con similitudes pero a la vez grandes diferencias. Me lo he tomado como una lección diaria,
empecé yendo de compras al mercado, pidiendo frutas y verduras, preguntando
donde se encontraban ciertos productos, después fui a la estación de trenes
para solicitar mi tarjeta de transporte (sí, yo solita) y fue el ¡logro más
grande! Repasé todo el camino cómo la pediría, y las posibles preguntas que la
vendedora me haría y por supuesto que,
como comúnmente sucede, no utilicé nada de lo que repasó mi mente. Salí
de la estación orgullosa, sintiéndome que lo podía todo, lo cual se derrumbó
instantes después al tratar de seguirle amablemente la conversación a una
anciana en la parada de autobuses. Y así es como mi seguridad da un paseo por
los suelos y toca el cielo en un solo día y esto pasa con bastante más frecuencia
de lo que me gustaría. Sin desanimo, continué mi entrenamiento personal para
enfrentarme sola a las actividades regulares, acudí a una cita en la oficina de
migración para “tomarme la foto” de mi nueva identificación y permiso de
residencia, del mismo modo que cuando fui a la estación de tren, repasé en mi
cabeza todas las posibles preguntas y las más apropiadas respuestas tratando de
evitar la deportación por: “pánico escénico al hablar otro idioma”. Dando
pequeños y medianos pasos, un día fui al banco a abrir una cuenta -sí, pueden
hacer libremente chistes al respecto, ahora tengo una cuenta suiza con sus beneficios
bien conocidos alrededor del mundo- al entrar me recibió amablemente un joven
quien me preguntó cuál era el motivo de mi visita, me indicó esperar en una
pequeña sala con sillones de color rojo y bastante elegante, me ofreció un café
o algo de beber. Es importante hacer una pequeña pausa y describirles los
bancos suizos, son algo parecido a una gran oficina, muy minimalista pero a la
vez acogedora, no se ven los típicos cajeros a los que estamos acostumbrados,
en realidad no se ve a nadie, sólo a la persona que te recibe, de algunas puertas
de cristal semitransparentes, apareció la asesora bancaria que me hizo el
favor, muy amablemente, de preguntarme si prefería que se dirigiera a mí en
alemán alto, a lo que inmediatamente respondí que sí. Una hora después,
¡Triunfé! ¡Salí del banco con cuenta en mano!Teniendo tarjeta de transporte, residencia y cuenta en el
banco, lo siguiente y más temerario era buscar trabajo. Empecé tratando de entender
cómo se acostumbra redactar un currículo, una carta de intenciones; cómo se
envían y que se espera del receptor. Amablemente, una amiga se ofreció a
ayudarme y asesorarme, acudió a mi casa y revisó a detalle las traducciones que
redacté, me acompañó a comprar los sobres especiales en los que se envía la
documentación escolar, diplomas, certificados, etc. y me comentó que lo
habitual era mandarlo por correo convencional. Y así lo hice, con un gran
nerviosismo reflejado en mi mano temblorosa, deposité ese gran sobre, me
asustaba más la idea de recibir una llamada solicitando una entrevista que la
idea de quedarme en casa viendo la televisión por el resto de mis días. 4 días
después, el teléfono sonó y tenía una entrevista programada.No puedo ni siquiera describir lo nerviosa e insegura que
estaba ese día, ingresé al edificio de la escuela, está dentro de la misma
estación central de trenes de San Galo, es un edificio muy antiguo con largos
corredores, puertas antiguas que se localizan frente a frente, más de 5 pisos
de aulas con vistas espectaculares de la ciudad, sus bosques, montañas e
inesperadamente una doble altura en los pisos tres y cuatro que permite
apreciar los casi innumerables salones de clases, los hay para música, pintura,
escultura, cocina, idiomas, deportes, mencionando sólo algunos. Me encontré con
el líder del área de idiomas quien guió la entrevista, ese mismo día obtuve el
trabajo y al igual que cuando salí con mi cuenta de banco bajo el brazo, salí
triunfante y a la vez un tanto desconcertada porque tenía muchísimas dudas
sobre lo que venía, sobre el sistema en general, mientras caminaba a casa me
surgían mas y más preguntas, a tal grado que, mi triunfo se opacó, ya ni siquiera tenía la
certeza de que me hubieran dado el trabajo. Así es como a veces la mente nos
envuelve y nos convence de lo más increíble. Días más tarde recibí por correo
la propuesta formal y poco después el contrato, con lo que algunas de mis dudas
se disiparon.Mi primer día de trabajo llegó, fue en el mes de agosto, a
pesar de tener más de dieciséis años de experiencia enseñando español a
extranjeros, me sentía como novata, preparé previamente mis clases, llevé papel
picado traído desde mi querido México para decorar mi salón y darle un aire
latino y con todo el temor de una primeriza caminé hacia la escuela, era un
lunes al medio día bastante soleado en el que afortunadamente contaba con la
visita de mi amada madre, quien tiene la habilidad de calmarme con una mirada,
aunque creo que ella no lo sabe. También se encontraba en la ciudad mi gemela
de profesión, mi amiga y prima Mayra, quien por su propia experiencia supongo
entiende perfectamente lo que describo. Llegué a la puerta principal de la
escuela, respiré profundo y entré. El tiempo programado para la clase llegó a
su fin y con él mi nerviosismo, había logrado impartir mi primera clase en el
extranjero y había sido bastante placentera, sin embrago el miedo, la
inseguridad y mi cerebro entraron en acción, caminando de regreso a casa,
repasaba en mi mente lo que había hecho, lo que podría haber hecho mejor, lo
que me gustó y lo que no, allí estaba de nuevo, poniendo en tela de juicio mi
capacidad, dudando de que en realidad la clase hubiera sido buena, el poder del
miedo tomado de la mano del cerebro es infinito.Los días fueron transcurriendo y mis inseguridades se fueron
difuminando, eran prácticamente imperceptibles hasta que, recibí un correo del
Coordinador de Maestros avisándome que el siguiente lunes visitaría mi clase
para evaluar mi desempeño. La novata estaba de vuelta. Durante el fin de semana
traté de convencerme de que no tenía nada que temer, que mi experiencia y mis
habilidades docentes me permitirían salir exitosa de la situación, así que me
presenté ese lunes segura, con la fortaleza que me da ver la sonrisa de mis
alumnos y el respaldo del “colmillo” adquirido durante tantos años. La visita
fue muy bien, disfruté la clase, por primera vez no permití que el miedo
confundiera la realidad.Tres días después acudí a la oficina del coordinador para
conocer los resultados de mi evaluación, me recibió con una sonrisa y me hizo
saber que lo había hecho muy bien. El sistema que utilizan para evaluar el
desempeño docente es muy completo, abarca desde la actitud, tono de voz,
postura corporal, uso de las herramientas didácticas, de la tecnología, dominio
del espacio, planeación y ejecución del programa; técnicas de enseñanza, formas
de retroalimentar y corregir al estudiante, entre algunas otras. Nunca, en mis
dieciséis años de trabajo como maestra me habían evaluado de manera tan
integral, recibí un documento con las observaciones por parte de mi coordinador
y lo más importante, algunos “tips” para mejorar áreas débiles. Me sentí como
aquel día en el que salí de la estación de trenes con tarjeta en mano, podía
escuchar de fondo la canción “The Eye of the Tiger”.No voy a hacer mucho hincapié en mi sueldo ya que considero
que no es de lo más relevante de mi experiencia, sin embargo debo reconocer la reconfortante
sensación que me otorga el recibir mensualmente en mi correo electrónico el
recibo de nómina. Con tan sólo cinco horas de trabajo a la semana empecé ganado
casi el doble de lo que percibía en mi último puesto directivo en México, no se
agiten, con el costo de la vida en Suiza mi sueldo me permitiría pagar la renta
de la casa que habito y nada más.Desde mi ingreso a la vida laboral he sido convocada a varias capacitaciones en línea y
presenciales, el idioma nunca ha sido un obstáculo, los cursos se imparten en
alemán alto ya que somos muchos los extranjeros que nos desempeñamos como
maestros, han sido experiencias muy positivas, me siento un poco menos aislada
cuando veo la cantidad de personas de muy diversos países que viven y trabajan
aquí, al igual que yo, enfrentando sus miedos y adaptándose a este país. He
conocido gente de Latinoamérica que habita Suiza desde hace más de veinticinco
años y entonces me recalco a mí misa: “si ellos se adaptaron, tú también lo
harás”.Así es como me he ido reencontrando con la fortaleza y la
confianza, “un día a la vez”, ahora podría ser una gran promotora del sistema
de AA (Alcohólicos Anónimos).Lo fundamentalmente necesario es la humildad, aceptar que
desconozco mucho y estar dispuesta a aprender,
a preguntar, a retarme constantemente, a enfrentar mis miedos y darme
cuenta poco a poco que la mayoría de ellos está en mi mente, nunca me he
encontrado en una situación en la que no entienda lo que se me pregunta, en la
que cometa un error irreversible por no comprender una palabra, en la que las personas
se nieguen a ayudarme, todo eso está en mi mente.He aprendido a aceptar mi vulnerabilidad y a ceder en mi
obsesión por tener el control, quienes me conocen bien saben lo que eso
significa para mí.A pesar de todas las pesadillas que inventé en mi cabeza,
ahora disfruto de mi trabajo, tengo alumnos muy alegres, simpáticos y
motivados, me divierto y creo que ésta es la mejor cualidad que se puede encontrar
en el trabajo.Debo reconocer que me ha sorprendido la calidad humana de
las personas de este país, su apertura para aceptar, tolerar, incluir y
respetar al diferente, no lo esperaba y ha sido una muy bella sorpresa. Históricamente
Suiza ha sido ejemplo de la unión de diversas culturas por el bien común y se
percibe, en prácticamente todos los casos, la gente se esfuerza por hablar un
alemán más comprensible para mí, me preguntan si estoy entendiendo todo, se
interesan en mi situación y mis necesidades. En estos tiempos tan confusos me
devuelve un poco la fe en la humanidad, al menos en la de Suiza, a la que de manera pre juiciosa consideraba fría como la punta del Matterhorn.
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