Reflexiones al retrovisor.
Es ya común que los finales e inicios de años nos provoquen
la reflexión sobre lo vivido y lo faltante, sobre las expectativas no cumplidas
y las sobre pasadas; para mí, este año no será la excepción, el 2015 fue, por
demás, un año lleno de experiencias dignas de repasar y revivir. Aprendí –a
pesar de mi resistencia- que el cuerpo físico se revela, te detiene, te hace
pensar y re direccionar. Fue un año de muy poca salud, nombren alguna dolencia
y/o malestar y puedo afirmar que la padecí, aún no logro descifrar si mi cuerpo
intentada detenerme e impedir que ciertas cosas sucedieran o si por el
contrario, estaba viviendo una lucha interna con mi mente para provocar en mí
el movimiento. Romper esquemas y salir de la zona de confort también enferman,
enferman al espíritu apacible y conformista que teme al cambio. Espero haber
leído correctamente entre las líneas que mis dolencias redactaron, de lo
contrario, estoy segura que de una forma u otra me lo harán saber.
La enfermedad también permite percibir el amor
incondicional, el de una madre preocupada y ocupada en que recobre la salud, mi
compañero de vida solidario y amoroso, aún y cuando yo misma no me podía amar
de la misma manera él lo hacía y esta, es la mejor lección de vida que se puede
tener en una situación tan poco deseable.
El 2015 fue un año bastante sui géneris, pésimos estados de
salud, anímicos como consecuencia de lo anterior y además con algunos de los
momentos más bellos para compartir y disfrutar con los que mas quiero. Uní
–oficialmente- mi vida a la de alguien más, a pesar de que creo que las uniones
se dan en lo emocional y no en lo civil, las circunstancias nos colocaron ante
ese papel que oficializó la intención de pasar nuestros días tomados de la
mano; así mismo, emprendimos el inicio de las despedidas, tanto en lo
geográfico como en lo físico, tuve que decirle adiós a seres muy queridos,
pérdidas a veces muy difíciles de comprender por sus circunstancias mismas.
Geográficamente, pisamos lugares increíbles, la naturaleza surrealista de Costa
Rica, la energía y vitalidad de Cuba, los excesos de Las Vegas y el caos
concentrado de la Ciudad de México, todos con enseñanzas entrañables, amigos
por reunir, experiencias para recordar. Viajar es una de mis actividades favoritas,
me permite conocer, aprender, identificarme o no, pero más importante aún, me
permite salir por algunos días de esa zona que me da seguridad, me gusta
aprovechar estas oportunidades para hacer cosas que generalmente no haría –soy
también conocida como la ñoña mayor- pruebo nuevas comidas, hablo con gente
desconocida, uso ropa con combinaciones alocadas, no me importa ir despeinada,
intento desvelarme, en Cuba, viví por unos días en una casa particular, es
decir, saco esa parte de mí que aún tiene 18 años y no le teme a la vida (al
menos intento). En este último viaje pude ver con claridad cuánto he cambiado
con los años y no me gustó lo que encontré, me vi vulnerable en su máxima
expresión, temerosa, aprehensiva, controladora, nerviosa, a la defensiva y me
pregunto: ¿a dónde se ha ido esa joven rebelde, valiente, que pensaba cargaba
al mundo en su bolsillo? Es difícil responder esta pregunta, lo que sí me
aseguré a mí misma es que aún la puedo recuperar, aún hay algo de ella en mí
que puedo desempacar de vez en cuando.
Hoy, finalizando el año, me encuentro fuera de lo que
reconozco como mi hogar, he emprendido un nuevo comienzo el cual espero se
apoye en lo que queda de esa joven valiente y rebelde, lo necesitaré. Estoy
entusiasmada y asustada, feliz y melancólica, emocionada y entristecida, estoy,
como yo misma lo he determinado, bipolar. He decretado que será bipolar por un
tiempo, hasta que mi zona de confort encuentre un nuevo lugar para establecerse
y sentirse cómoda.
¡Bienvenido seas 2016, te espero con grandes y emocionantes
planes!
¡Qué viva la vida! ¡Qué viva el amor!
Me gusta mucho!! A disfrutar que la vida solo es una...muassss
ResponderEliminarMe gusta mucho!! A disfrutar que la vida solo es una...muassss
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