¡Sí, acepto!
Recientemente escribí y publiqué sobre lo poco que había
soñado e idealizado mi propia boda, no me mal entiendan, me encantan las bodas,
lloro, bailo sin parar y no me pierdo ninguna; sin embargo, la propia nuca fue
parte de mis sueños infantiles y mucho menos los juveniles. Hoy sin embargo he
dicho ¡Sí, acepto!
Inexplicablemente, tengo ganas de casarme y tener una linda
boda, muy a mi estilo, poco comprensible para muchos, pero muy “yo”. Ahora mi
mente gira y gira tratando de visualizar como sería perfecta para mí y lo
primero que quedó claro fue que sería pequeña y familiar –aunque eso de pequeña
no aplica cuando quieres a toda la familia presente jaja –
He pasado por todos los estados de ánimo, hay muchas
decisiones que tomar que van más allá de la propia boda y su celebración, de la
vida, del futuro, de situaciones que aún no puedo pronunciar en voz alta pero
que he decidido son lo mejor para mí. Tengo la convicción de que quien no se
mueve se estanca y trato no estancarme.
Rechazo cualquier
forma tradicional, nunca lo he sido, porqué serlo ahora. El blanco total
y puro de un vestido pomposo es una contradicción a mis creencias, la
entrega de la novia por su padre es a mi
edad una verdadera ridiculez y lanzar el ramo y la liga definitivamente no son
para nosotros, así que aplico esta frase de pensar “out of the box” Tal vez no
deberíamos siquiera llamarle boda, será la celebración de nuestra unión, sin
más etiquetas y deseo que eso sea, una gran celebración, la despedida de mi
pasado y la bienvenida a un gran y mejor futuro.
He dado una nueva oportunidad al amor y no me arrepiento,
puedo decir que me siento feliz de haberlo intentado y de haber vencido al
temor. Nadie desea sentir el dolor de las rupturas, nadie desea volver a
empezar y mucho menos volver a ser emocionalmente vulnerable. Creo que es
respetable decidir la soledad, sin embargo creo que cuando se decide por miedo
es un error. A aquellos temerosos los invito a verse en mí y entender que como
lo he dicho en otros escritos, nada es permanente, estático e inamovible y
aplica para el dolor de la pérdida también.
Cuidar el corazón evitando el amor y sus rupturas no nos libera de infartos fulminantes, así que ¡a amar
se ha dicho!
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