No existen noches eternas ni estrellas que las alumbren.
Cuando las lunas acompañan
y las noches son largas,
no queda más remedio que mirar al cielo.
Beber la obscuridad imponente, desafiante,
contar las estrellas,
respirar profundo,
volver a empezar.
No hay final,
el infinito lo reafirma, el viento lo canta.
Suaves susurros cuentan historias,
rehuso escucharlas.
Un nuevo viaje ha tomado su curso
paisajes renovados, frescos, desconocidos.
Predecibles, no,
asequibles, tal vez,
¿futuros?
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