Libro en mano
No reniego de mi blog, no me mal interpreten, reconozco su inmensa bondad al no juzgar mis escritos, al no pensar antes en las ventas que en la calidad o viceversa y agradezco su fiel apertura a la publicación. Su escrutinio no es el más severo y los elementos tecnológicos que lo acompañan, añaden brillo a las letras; colores, fotografías, ligas virtuales, incluso los comerciales.
Me pueden llamar anticuada, old fashioned, arcaica, dinosaurio, entre otros calificativos, pero nadie puede negar, no al menos alguien de mi generación y las anteriores, el gusto por hojear. El incesante caminar de una página a la siguiente sintiendo entre tus dedos el avance, el aprendizaje y la fina textura del papel que, además, nos regala el olor a tiempo. Tal vez ya lo hayan notado, pero a través de la esencia de un libro podemos calcular su edad, la forma en que ha sido tratado, incluso, los lugares que ha visitado, principalmente si ese lugar es la cocina o la mesa del comedor. Las manchas son huellas de vida, del transcurso del tiempo y demuestran como los libros viven, cambian, evolucionan, se transforman, recorren caminos, sienten otras manos, trazan historias, cambian vidas.
No me despido de mi blog, simplemente le agradezco el recordarme que amo los libros y que mis letras es allí a donde pertenecen.
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