Con más palabras que nunca.
El poeta y escritor mexicano Javier Sicilia, después de recibir la noticia sobre el brutal asesinato de su hijo Juan Francisco de 24 años, pronunció en el zócalo de la ciudad de Cuernavaca: “Es mi último poema. No puedo escribir más poesía. La poesía ya no existe en mí”. Me inclino a pensar que el inimaginable dolor que en este momento debe estar viviendo se expresó a través de tan desgarradora frase, para un poeta que vive para las palabras quedarse sin ellas es como quedarse sin vida y así es como comprendo, se debe sentir ahora. Después de más de 35 mil muertos y más de 5 mil desaparecidos (según información de la CNDH) todavía hay voces que intentan hacernos creer que esta lucha contra la delincuencia organizada es lo que necesitamos para tener la paz tan deseada y prometida, se escuchan los ecos de personas insensatas apostándole a la militarización antes que a la educación; se caricaturiza la muerte para diluirle el dolor, es ridículo seguir entonando frases de apoyo a lo destructivo; decir que tantos seres humanos asesinados son “el precio que se tiene que pagar” para conseguir la seguridad y tranquilidad me parece un precio demasiado alto, además de que estoy segura que debe haber muchos otros caminos para llegar a la meta. Maquiavelo nunca dijo tal frase, sin embargo se le atribuye a él: “El fin justifica los medios”, ¿estamos siguiendo esta ideología? ¿todo es válido para luchar contra el crimen organizado? y digo “estamos” porque parece que todos hemos contribuido en acción u omisión, cada vez parece más claro que no nos aterra la muerte, nos aterra la muerte propia y la de nuestros seres queridos, la que nos destroza el corazón en pocas palabras. Es cierto que este tipo de dolor -el de la pérdida- nadie más lo puede experimentar como el propiamente aquejado, pero, ¿no deberíamos intentarlo? ¿no sería una práctica netamente humana el acompañar al prójimo en su dolor? esta insensibilidad me asusta cada vez más.
Generalmente no utilizo la escritura para expresar mi posición política o ideológica, aunque obviamente al expresarme literariamente mis creencias y pensamientos se trasminan en las palabras, hoy, al leer que un poeta se ha quedado sin palabras, que la poesía ha muerto para él, se me ha destrozado el corazón, las palabras son lo único - o de lo poco- que nos queda, debemos gritar más palabras como nunca antes; la literatura, la música, la poesía, la novela, el cuento, la pintura, nos hacen más y mejores humanos, la educación nos acerca a lo verdaderamente valioso e importante, son nuestra única y verdadera defensa ante la inhumanidad creciente.
Hoy, al poeta y a las familias de más de 40 mil asesinados en nuestro hermoso México les dedico esto, esto que no es otra cosa más que un símbolo de solidaridad, de empatía, de desesperada búsqueda de la humanidad en mí, a ellos, que ya viven lo inimaginable del dolor, a los que les han dicho que sus padres, hermano, tíos, amigos, se lo merecían por andar “en malos pasos” yo les digo, nadie merece morir así, todos tenemos derecho a un juicio a un castigo por nuestras faltas, en pocas palabras, a la justicia, la cual parece que se ha convertido en un mito urbano.
Entiendo que un poeta se pueda quedar sin palabras al perder a un hijo de tal brutal forma, sin embargo, los demás no tenemos justificación alguna.
Les dejo el poema que escribió Javier Sicilia durante el vuelo que lo trajo a México después de enterarse del asesinato de su hijo Juan Francisco.
El mundo ya no es digno de la palabra
Nos la ahogaron adentro
Como te asfixiaron
Como te desgarraron a ti los pulmones
Y el dolor no se me aparta
Sólo queda un mundo
Por el silencio de los justos
Sólo por tu silencio y por mi silencio, Juanelo.
Me haces sufrir al hacerme pensar pero ahí te va:
ResponderEliminarEn mi naturaleza surge el primer instinto de la depresión, veo el vaso medio vacío, tiendo a pensar que no hay solución y siento el impulso de salir corriendo y esconderme, pensando que tal vez así no me salpique la porquería. Se que ese instinto parece un reflejo de no tener nada que defender o por que luchar... ¿Lo tengo?.
La solidaridad con el sufrimiento del prójimo es un espejo de su dolor, me indigna y desespera, pero no me desgarra la vida como a él, no me hunde en el vacío como a él. Porque pensar que estoy en sus zapatos es tan doloroso que no lo puedo imaginar por más de 2 segundos. ¿Qué haría yo en su lugar?, si lo más preciado, mi razón de vida y de levantarme cada mañana, un ser humano al fin, es violentado y eliminado como si no valiera nada. ¿Qué esperanza puedo encontrar desde ese vacío, que refugio?. Esto es un reflejo de mi humanidad. Lo que es verdaderamente sobre-humano es superarte, dominar tu instinto y tu naturaleza y luchar por algo más que ya no es tuyo, que no te pertenece, que no cuenta contigo, ni te busca ni te espera: el prójimo. Éstos son héroes de la humanidad. Tal vez todos lo seamos sin saberlo pero tenemos que contactar con nuestro instinto y superarlo. Tal vez solo cuando todos nos identifiquemos en una lucha personal por nuestros hijos, nuestros padres y parejas, nuestros hermanos, nuestros amigos, por nosotros mismos, tal vez solo así nos sintamos solidarios.
Cualquier atisbo de conciencia, entendimiento, vinculación y de apoyo es una semilla que ojalá se multiplique como un virus porque si hay algo que necesitamos como sociedad es sentirnos integrados en un mismo sistema, en un mismo ser. Porque solo queda un mundo: el nuestro.
(Y será lo que todos y cada uno de nosotros decidamos, instintiva o racionalmente, que sea).